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“Muchos equipos querrán antes ganarle a Estados
Unidos, que llevarse el torneo. No puedo
decirles lo suficiente a mis jugadores, que el
hecho de que no conozcan a sus rivales no
significa que no sean jugadores excelentes. Esta
gente tiene un espíritu competitivo que es
diferente. No podés jugar en FIBA si no tenés
ese espíritu. En caso contrario, se rompe tu
voluntad… o incluso tu mandíbula”. “No subestimes lo vulnerable que los rivales piensan que somos. Comienza conmigo. Están pensando: este payaso no dirigió en 10 años. Nunca dirigió un partido FIBA. ¿Y confían en él? Y después, tampoco conocen a nuestros jugadores. Hay una vulnerabilidad que estos equipos ven, así que tenemos que estar listos. Por eso insisto: juguemos muy, muy fuerte y pasémosnos la bola. Veamos a dónde nos lleva eso”. “Esto es pequeño, no mucha gente sabe que nuestros torneos se están disputando. Y a pocos les importan los resultados. Pero a nosotros nos va a importar. Solamente queremos hacer nuestra parte y representar a Estados Unidos, compartándonos de manera correcta”. “Cuando me llamaron, alguien de USA Basketball me empezó a explicar lo que esto podía significar para mi. Le dije: dejame pararte ahí. No quiero obtener nada extra de esto, porque ya estoy consiguiendo algo: representar a mi país. Crecí soñando ser un jugador olímpico, con Doug Collins siendo golpeado y metiendo dos tiros libres, con Phil Ford y Mike O´Koren en 1976”.
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